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Editorial: Elogio del compromiso de la juventud en causas nobles

Rara vez son noticia y excepcionalmente se cronican las acciones que desarrollan miles de jóvenes en los lugares más diversos.

La gente buena, generalmente, no busca prensa para sus buenas acciones. No las promociona, no las vende como mercancía, y tampoco le interesa la popularidad que puede otorgarle el roce con los medios de comunicación.
Pero si de esos ejemplos está ávida nuestra comunidad, habrá que invertir la ecuación y deberesmos ser los periodistas los que salgamos a buscar a esa gente buena que hace cosas extraordinarias por los demás.
Un recorrido -seguramente injusto y arbitrario- permite visualizar sobre lo que estamos hablando. Este año se presentó en sociedad un grupo ambientalista juvenil formado por chicos de los primeros años del secundario de varios colegios que se plantearon la necesidad de multiplicar mensajes a favor del planeta.
Durante la fogata de San Pedro y San Pablo, otro grupo recolectó donaciones que luego llevó al Hogar de Tránsito El Principito, además de hacerle un acompañamiento a lo largo del año.
En uno de los casos sin bandería religiosa y en el otro bajo el ala de la parroquia de Colonia Caroya. Ambos son ejemplos de jóvenes que quieren hacer algo por los demás y cuando se lo proponen no hay quien los detenga.
Y contradicen el rótulo, la etiqueta, que señala: “Apatía”, “Falta de compromiso”. Y no fueron casos de jóvenes que precisaron del mandato adulto ni siquiera de la sugerencia.
Y están los que visitan los geriátricos, los que difunden la necesidad de cuidarse del HIV-SIDA, los que misionan en pueblos de Córdoba y de otras provincias, los que apadrinan escuelitas rurales del norte, los que arman campañas para ayudar a zonas de desastre, los que ofician de maestros tutores de sus compañeros con dificultades, los que tienen un desempeño académico notable y son generosos en compartir sus saberes, los que ayudan a otras instituciones a ser solidarias, y la lista podría extenderse varios renglones más.
Sobre muchas de esas valiosas acciones comunitarias, Semanario Primer Día ha tenido la suerte de poderlas contar con la convicción de que los ejemplos ayudan a multiplicar, ayudan a construir, ayudan a valorar al que se compromete, pertenezca a la generación que pertenezca.
Y esa participación desinteresada de una porción valiosa de la juventud debería hacer reflexionar a la clase política porque los cuadros dirigentes juveniles son cada vez más escasos dentro de los partidos. Y aquellos que aseguran que cuentan con cuadros de dirigentes “jóvenes” hablan en realidad de personas que tienen entre 30 y 40 años.
Sin que nadie se ofenda, pero a esa altura ya se ha traspasado largamente la juventud y se está irremediablemente en la edad adulta con responsabilidades laborales y familiares muy diferentes a la de los jóvenes.
De todos modos, lo importante es señalar que la juventud no participa en política porque tiene miedo de mancillarse y eso es culpa de la dirigencia que se enquistó en la conducción y que se comporta como se comportan los parásitos.
Desafortunadamente falta mucho para que los desalojen de ese lugar que ocuparon en los partidos políticos. Pero sería deseable que alguna vez esta generación de jóvenes con compromiso social se sume a la posibilidad de cambio para que ganemos todos alguna vez.
Claudio Minoldo

Claudio Minoldo

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