Este colaborador incansable de numerosas instituciones locales falleció recientemente, pero dejó un testimonio sobre su historia y sus vínculos con esta región.
Marino Greifemberg falleció el viernes 24 de agosto a la edad de 91 años y con un último deseo por cumplir: presentar un libro en sociedad con sus memorias.
Marino había empezado a escribir apuntes sobre todo lo que iba recordando y le iba pasando esos escritos a Elena Valle, quien fuera la encargada de la corrección estilística y de darle forma de libro, dividiendo todo el material en capítulos.
Pese a que hizo todo el esfuerzo posible, finalmente la salud no le acompañó y se quedó con el deseo trunco, aunque alcanzó a ver cómo había quedado el trabajo que el próximo viernes 14 de septiembre presentará su familia en el Centro Friulano de Colonia Caroya, entidad que tenía pensado entregarle un reconocimiento en ocasión de la presentación del libro.
Antonio Roya, uno de sus amigos, fue uno de los encargados de escribir parte del prólogo. Allí, Roya destacó la vocación de servicio de Marino Greifemberg en los siguientes términos: “Participó en forma activa en cuanta entidad de bien público existió, trabajando denodadamente en todas y cada una de ellas, con dedicación y responsabilidad, restando horas y tiempo a su actividad profesional y a su familia, sin reclamar nunca, de su parte, comprensión alguna por lo que hizo, ya que su única e íntima satisfacción, fue la del deber o misión cumplidos”.
Greifemberg se cuenta entre los fundadores del Festival Nacional de Doma y Folklore de Jesús María, y del Centro Friulano de Colonia Caroya. Las Asociaciones Cooperadoras de la Policía de la Provincia de Córdoba, los Establecimientos Educacionales de Nivel Primario General San Martín y de Nivel Secundario Pbro. Bonoris, ambos de Colonia Caroya, lo contaron como uno de sus miembros más activos y con participación desinteresada.
El segundo prólogo fue escrito por el abogado Juan José Rustán y completa la semblanza iniciada por Roya: “Sus ojos reflejan su presencia: profundos, vivaces, despiertos, claros y transparentes. En su persona no hay autoridad, sino seguridad y decisión. Sabe unir voluntades, instar acuerdos, imaginar, para consensuar y lograr. Tendió manos a cuanta institución de bien público le solicitara ayuda, con total integridad moral y siempre dando ejemplo. Se personifica en este hombre, de extraordinaria agudeza y percepción, el lema ‘diciendo y haciendo’”.
Marino Greifemberg, uno de los seis hijos de Giovanni, era un chiquilín cuando desembarcó en suelo argentino y fue testigo de los desvelos de su padre para acercarles un plato de comida a su madre y sus hermanos. Nunca se olvidó de esos difíciles años, mientras miraba a su padre dejar todo por la familia.
Le tocó trabajar desde muy pequeño en difíciles actividades rurales. Conoció el hambre. Pero nunca se doblegó y logró salir adelante con mucho sacrificio y aprovechando cada oportunidad que le daba la vida para aprender.
La aparición en la vida de Marino Greifemberg de Ana Belotto cambiaría todo. Junto a ella tuvo tres hijos, nueve nietos, y llegó a conocer algunos bisnietos. El libro, en parte, deja un testimonio para sus sucesores: “Yo fui un padre muy recto y severo en muchos casos, pero porque tal vez mi crianza fue así. Y repetía la crianza de mis viejos. Me dedique muchos años al bienestar de la familia, tal vez pensando que el trabajo era lo más importante, pero tendría que haberme dedicado un poco más a los hijos. Sin embargo estoy muy contento con ellos y mi mujer que todo el día me acompaña en distintas situaciones en que la vida me fue poniendo: sano, enfermo, viajando, festejando, pero siempre compartiéndolo todo”.
Un testimonio sencillo de un colaborador incansable y de un amigo de “fierro” para los que tuvieron la fortuna de serlo.
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Presentarán en forma póstuma un libro con las vivencias de Marino Greifemberg
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