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Detectan altos niveles de plomo en la soja

Un estudio de la UNC y el Conicet lo descubrió en campos de zonas urbanas e industriales. Analizó 10 sitios y, en todos, el índice supera los valores guía de Europa. Seis lugares están cerca de industrias emisoras de plomo, pero los otros no. Es un metal muy peligroso.

A pesar de las buenas ganancias que les reporta de manera directa al sector rural y al Estado, el cultivo de soja es acusado por los ambientalistas de provocar varios males.
Cuestionan que la extensión de las áreas cultivadas ha generado el desmonte del bosque nativo, que son semillas transgénicas y que requiere el uso de glifosato, un pesticida que asociado a problemas de salud, a pesar de que aún no hay estudios contundentes (ver Una metalúrica y una fundición, dos casos insignia).
El reciente juicio por las fumigaciones en barrio Ituzaingó Anexo puso a la leguminosa de nuevo en la picota. El tribunal encontró culpables de contaminación a un agricultor y un fumigador que utilizaron glifosato (y endosulfán, otro pesticida) en campos de soja aledaños a una zona urbana. La ley provincial 9.164 prohíbe la fumigación aérea cerca de zonas urbanas por posibles contaminación e intoxicación.

UNC. Pero hay otro motivo por el que debería prohibirse el cultivo de soja en las ciudades. Un estudio realizado por investigadores del Instituto Multidisciplinario de Biología Vegetal de la Universidad Nacional de Córdoba y Conicet detectó altos niveles de plomo en la soja cultiva cerca de zonas urbanizadas.
Julieta Salazar, Judith Rodríguez, Gastón Nieto y María Luisa Pignata son los autores del trabajo publicado semanas atrás en la revista Journal of Hazardous Materials.
Los niveles superan hasta 10 veces los admitidos por la Unión Europea para este metal pesado, que estipula como máximo 0,2 microgramos de plomo por kilo de esta leguminosa.
Los investigadores analizaron la soja de 10 sitios: Bouwer, Despeñaderos, Ferreyra, General Cabrera, General Paz, Los Molinos, Malagueño, Pozo de Tigre, Río Tercero y Yocsina.
Los valores se ubicaron entre 1,63 y 2,55 microgramos por kilo. En Río Tercero, Malagueño, Los Molinos, General Cabrera y Despeñaderos el valor estuvo por encima de dos. Estos lugares fueron elegidos porque están asociados a diferentes actividades humanas pasadas y presentes que son potenciales emisores de metales pesados.
En Río Tercero funciona un complejo de industrias químicas, petroquímicas y militares; en Malagueño y Yocsina hay una cementera y una incineradora de residuos; en General Cabrera funcionó por 20 años y hasta 2006 una fundición de plomo; en Ferreyra existe un complejo de industrias metalúrgicas y automotriz; en Bouwer funcionó desde 1984 hasta 2005 una metalúrgica que reciclaba baterías de auto.
Lo alarmante es que también se hayan encontrado niveles altos de este metal en sitios urbanos que no tienen ninguna industria emisora. Son los casos de Pozo del Tigre, General Paz, Los Molinos y Despeñaderos. Esto puede estar asociado a la persistencia en el ambiente de este elemento que años atrás era un compuesto de las naftas de autos y maquinaria agrícola. También el viento puede arrastrar esa sustancia de las ciudades hacia estos sectores menos urbanizados.
El estudio también midió la presencia de cadmio y zinc en la soja. Para cadmio, los valores estaban por encima de lo indicado por la Unión Europea sólo para Bouwer. En General Paz y Yocsina estuvieron cerca del máximo. Con respecto al zinc, no se superó el nivel máximo en ningún sitio.

Efectos en la salud. En el estudio también se calcula un índice de riesgo toxicológico para quienes consuman estos granos, de acuerdo con las directivas de la Agencia para la Protección del Ambiente de Estados Unidos. Tiene en cuenta el consumo estimado del grano y su posible impacto no cancerígeno a partir de dosis orales.
Para el caso de Argentina y Europa este índice estuvo por debajo de lo que puede considerarse un alimento peligroso. Sin embargo, para el caso de China el índice estuvo por encima, por lo que puede considerarse riesgoso. A China se exportaron casi ocho millones de toneladas de soja en 2011. “La mayoría de la soja exportada se usa para alimentar animales para consumo humano. Por lo tanto, es probable que como se trata de metales y estos se acumulan en el cuerpo, se biomagnifiquen con el tiempo pudiendo generar problemas para la salud humana”, señaló Pignata.
El plomo es un metal muy peligroso para la salud. La intoxicación crónica (cuando la ingesta del metal ocurre en bajas dosis y por mucho tiempo) trae problemas gastrointestinales, neuromusculares y neurológicos. Ocasiona pérdida de memoria y de concentración, depresión, náuseas, dolor abdominal, pérdida de la coordinación, entumecimiento, fatiga, dificultad para hablar y anemia. “Un estudio reciente ha demostrado su potencial genotóxico por lo que podría ser mutagénico y cancerígeno aunque no está demostrado”, indicó Pignata.
A pesar de que la población en riesgo es la que consume el grano, también podría afectar a vecinos del sector. “Nuestro estudio refleja que la contaminación antropogénica de los suelos no permanece inamovible, sino que los metales pesados pasan a aire al erosionarse los suelos, a aguas superficiales por escorrentía y pueden ser incorporados por los seres vivos que habitan en el lugar”, comentó la investigadora.
El estudio también evaluó la presencia de plomo y otros metales pesado en el suelo. Detectó niveles al borde de lo que fijan normativas nacionales y canadienses para suelos agrícolas. En Bouwer este límite fue superado.
“Las poblaciones locales están expuestas a la contaminación de suelo. Dependiendo de cuán disponible esté el metal en los suelos y cómo sea la erosión, el metal puede incorporarse vía consumo de alimentos cultivados, de animales que consumen pasturas o por inhalación”, agregó.

Fuente: Lucas Viano, La Voz del Interior, 27/08/2012
Claudio Minoldo

Claudio Minoldo

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