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Panadería Sangoy, 44 años de un negocio en constante expansión

Desde aquel lejano 1967, en que la familia Sangoy decidió comprar la panadería de García que antes había pertenecido a Zanello, muchísimas cosas pasaron. Aunque la última gran novedad sea la apertura de una nueva sucursal en Colonia Caroya en la esquina de calle Don Bosco y Coseani.

Los Sangoy se fueron adaptando a las necesidades del mercado conforme fueron pasando los años. Pasaron de la vieja concepción de la panadería/reparto a la panadería que incorpora más y mejores servicios y productos. Antes, el reparto los llevaba hasta Núñez del Prado, Tinoco, Villa del Totoral, hasta que esa modalidad dejó de ser rentable.
Es que ya no se trata solo de aquellas típicas panaderías en las que se limitan las ventas al pan francés, mignon, o flauta,  y a los criollos, y facturas sino de un establecimiento que tiene como valor agregado una gran variedad de galletitería, grisines, masitería, y confitería. Tortas, budines, mantecados, y merengues, se entremezclan con los productos tradicionales para que la oferta sea completa.
Víctor Hugo Sangoy está al frente de la empresa familiar desde la época en que trabajaba junto a su padre y tuvo que aprender el oficio de cero ya que venían de otro rubro y con poca experiencia sobre el negocio.
En 1999 abrieron la sucursal que está sobre avenida San Matín frente a Macadam y al año siguiente abrieron la segunda boca de expendio en Jesús María. Una década después, llegó la tercera, hace menos de dos semanas.
Entre un modelo de panadería antiguo y uno nuevo medió un clic en la familia Sangoy: “Aunque suene extraño, ayuda mucho la capacitación. Cuando hay un curso de esto o de aquello, vamos y lo hacemos junto al personal. Nos ayuda a abrir la mente, a no encerranos solo en el pan, la factura y los criollos”, señala Víctor Hugo.
De los tres empleados iniciales allá en el `67, Panadería Sangoy pasó a los actuales 11 empleados estables y 3 transitorios. Y fueron adecuándose a las necesidades del mercado para que el emprendimiento sea rentable.
“Deberías ir a la panadería para entenderlo”, dice Víctor Hugo sobre el porqué de tener un negocio con un producto básico y más barato de la canasta alimentaria argentina.
“En nosotros está el ánimo de hacer mejores cosas y con mayor calidad porque hay algo que hemos ido aprendiendo a lo largo de los años: la calidad es muy importante. Vos podés vender productos cambiando huevos por colorante o en lugar de usar aceite de oliva usar uno común, pero a la larga se nota mucho a diferencia. En la panadería se lucha mucho por mantener la calidad”, resume Sangoy sobre el secreto del negocio.
Hay, de paso, una queja sobre la competencia desleal, la de los panaderos que no están inscriptos que hacen reparto y no tienen los controles del estado. Está claro que la harina no es el insumo más caro en la elaboración del pan sino en el costo del personal.
“Tener un empleado satisfecho es caro, los impuestos son caros, mantener la maquinaria es caro, pero nuestro desvelo es la calidad y eso nos motiva a trabajar sin pensar mucho en lo que hacen los otros”, confía Sangoy.
Pero, más allá de la queja, la familia sabe que la mejor propaganda es la que hacen los clientes que recomiendan y que vuelven a comprar.
Además de mantener la calidad, el otro secreto es poder llegar a todos lados y a la mayor cantidad de sectores. Eso justifica que la empresa familiar tenga tres sucursales.
A la última sucursal le habían echado el ojo hacía rato pero estaba alquilado para otros emprendimientos. Un poco de paciencia y de algunos rezos fueron suficientes como para que les reserven el lugar ni bien se desocupó. Después, estuvieron algunos meses reformando y adpatando el local a las necesidades de una panadería.
La política de Sangoy es hornear menor cantidad de productos para que estén “calentitos” cuando el cliente los va a buscar. Hornear pocas cantidades muchas veces supone mayor gasto de gas y electricidad, pero los clientes valoran mucho que la mercadería esté siempre como recién hecha.
“¿Dónde vas a ir a comprar después de haber comparado con otros negocios del rubro?”, pregunta Sangoy al reflexionar sobre la necesidad de fidelizar clientes con productos frescos, ricos, y con excelente materia prima.
La entrevista termina con un budincito de limón que deja contento el paladar y se acompaña con un mate amargo.
Claudio Minoldo

Claudio Minoldo

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