Breaking News
recent

Editorial: Desterrar las viejas prácticas

Para salir de los procesos democráticos que se denominan de baja intensidad es preciso un sinceramiento de los partidos políticos.


En muchos de los procesos electorales, el contundente triunfo de un precandidato es directamente proporcional a la inversión pecuniaria que hizo la agrupación política que lo promueve o la que él mismo puede aportar desde su bolsillo.
Esas prácticas se traducen en la inversión en punteros políticos que cobran un dinero para movilizar electores y otro dinero si el candidato resulta elegido, en entrega de materiales de construcción, en entrega de bolsones alimentarios, y hasta en entrega de dinero induciendo al voto. En comparación con lo que se gasta en estos rubros, la inversión en publicidad en los medios de comunicación resulta insignificante.
En los recientes procesos electorales internos de Colonia Caroya y de Jesús María se movilizaron cerca de 200 mil pesos para prácticas clientelares que le hacen muy mal al natural proceso de selección de los mejores hombres y mujeres en cada partido político.
Se muta la discusión de ideas y propuestas entre los aspirantes por un campeonato para ver quién entrega más y quién junta más clientes. Eso deslegitima el resultado final de un proceso electivo en el sentido de que no ganó el mejor sino el que supo conseguir mejores recursos para movilizarse durante el acto eleccionario.
Lo peor de todo es que la comunidad se viene acostumbrando a ver cómo se arrea como ganado a los vecinos los días de elecciones, con un intenso movimiento de vehículos particulares y de trafics y ómnibus contratados para el efecto.
¿Será posible pensar que alguna vez los vecinos vayan a votar voluntariamente? ¿Será posible pensar que los vecinos vayan a elegir los mejores hombres y proyectos antes que las mejores dádivas? ¿Será posible pensar que el dinero que se moviliza durante las elecciones se utilice para ayudar a los que ayudan?
No se debe pensar que esas preguntas tienen respuesta negativa. No se debe pensar que esa naturalización del estado de cosas es buena. Es necesario seguir cuestionando las prácticas clientelares, cuestionar a quienes las promueven y, en lo posible, desnudarlas, denunciarlas, criticarlas, condenarlas.
Porque después es la comunidad toda la que paga -con gestiones mediocres- los frutos de las transas y los acuerdos. Es la comunidad la que ve postergados sus anhelos de progreso con gestiones ineficientes e incapaces. Y es la comunidad la que se lamenta por la falta de proyectos que nos transformen en sociedades inclusivas.
Claudio Minoldo

Claudio Minoldo

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Con la tecnología de Blogger.