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editorial: Una batalla para no perder

A veces, la presencia del Estado no satisface las expectativas en territorios donde la droga y el alcohol van ganando la batalla.


En Ciudad Juárez (México) vivir es el mayor mérito que puede conseguir un ciudadano honesto. Declárese feliz si ha sobrevivido a una semana, en medio de tiroteos, amenazas, matanzas, mutilaciones, atentados, y el largo etcétera que supone vivir en un territorio donde la droga es amo y señor, donde la droga vale más que la ley, que la autoridad, y que la vida misma.
Quiero imaginar que alguna vez Ciudad Juárez fue como Jesús María o como Colonia Caroya o como Sinsacate, es decir, una ciudad donde pasan cosas malas pero están neutralizadas por la intensa labor comunitaria y de las instituciones. Seguramente, Ciudad Juárez alguna vez se nos pareció.
Sin embargo, hay un fenómeno que se viene repitiendo alrededor del mundo y es que muchas ciudades se parecen cada vez más a Ciudad Juárez. Son ciudades donde la violencia asusta, donde te pegan un tiro en la frente por nada, y donde la vida vale menos que el perejil.
¿A qué tanto rodeo? En que hay que poner el horizonte de Ciudad Juárez como el lugar adonde no tenemos que llegar nunca como región.
A que tenemos que hacerles saber a las autoridades que no queremos otra Ciudad Juárez en nuestro territorio y en que tienen que poner todo el empeño para combatir el flagelo del narcotráfico.
Está repleto de kiosquitos que venden droga en nuestra zona y hay barrios donde esa mercancía circula con total impunidad sin que la Policía actúe. La venta de droga genera plata fácil y rapido y es normal que florezca en la necesidad. Son los más pobres los que ofician de kiosqueros.
Pero ojo que como es un negocio floreciente, de kiosco pasa a hipermercado de la droga en cuanto te descuidás y el kiosquero pasa a magnate de la noche a la mañana. Ese dinero compra voluntades, compra silencio, compra autoridades con total desparpajo.
Pero esto no ocurre sin que el Estado pueda advertirlo. Cuando el Estado llega con una batería de propuestas a un sector y no hay respuestas de los beneficiarios, es muy probable de que la vía rápida del kiosco de drogas esté prosperando.
Es allí donde la comunidad tiene que movilizarse en forma conjunta con el Estado local para exigir a las fuerzas de seguridad que desarticulen, que apresen, que decomisen, y que hagan cesar el negocio cuanto antes. Porque nadie quiere a Ciudad Juárez como horizonte ni nadie quiere transformarse en un paraíso de las drogas.
Claudio Minoldo

Claudio Minoldo

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