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Editorial: Vidas arrebatadas en la ruta

Se siguen pintando estrellas amarillas en el suelo de nuestra zona por accidentes de tránsito que podrían haberse evitado.

La reciente muerte de una mujer a la vera de la ruta nacional 9 en su paso por Jesús María, vuelve a mostrarnos la cara más dolorosa de los accidentes viales.
El paso de un semáforo en rojo, la probabilidad de una conducción peligrosa, la falta de respeto a la vida de los otros y de la propia, una ciudad cortada al medio por una ruta, se ponen en debate y desde las mesas de café todos opinan y acusan.
¿Pudo haberse evitado? En parte, sí; en parte, no. A metros de donde tuvo lugar el accidente había una de las dos pasarelas que tiene la ruta 9 en su paso por la ciudad. Es cierto, son incómodas, empinadas, trabajosas de cruzar, quitan tiempo (tiempo que de nada vale después de despedirse de este mundo)­ pero son las únicas que aseguran un cruce totalmente seguro a los cuatro carriles que tiene la arteria nacional entre la fábrica MWM y el bulevar Agüero.
Sin embargo, la mayoría de los vecinos que atraviesa del este al oeste de la ciudad prefiere el cruce por calle Chile, justo en el semáforo, y a sabiendas de que el sentido de la calle es oeste-este y no a la inversa.
Una vecina de 66 años venía con una bolsa de compras y una bicicleta, escollos difíciles de sortear si es que se quiere cruzar la ruta por la pasarela. No imposibilitan el cruce pero lo hacen más complicado. Y la elección más fácil, la del cruce directo, derivó en un fatal desenlace y en la amargura y desazón de toda una familia.
Queda la amarga impresión de que la mujer tenía la hora señalada porque esperaba arriba de la vereda, sin pisar la ruta, y recibió un coletazo mortal de un coche que había impactado violentamente con otro. Casi que nos deja sin argumentos, con excepción del “qué pasaría si en lugar de esperar allí hubiera esperado allá...”.
De fondo nos queda como materia de discusión preguntarnos cuándo y cómo quedarán conectados ambos márgenes de la ruta 9 sin que ese atravesamiento resulte peligroso.
Alguien tendrá que pensar en las obras que nos dejen conectados y a salvo. Que atravesar la ruta 9 no resulte una odisea.
Después de todo, un 30 por ciento del vecindario jesusmariese vive en el sector este de la ciudad y necesita de los servicios que se brindan principalmente en el centro (al oeste de la ruta 9).
Tal vez sea un lindo disparador para quienes aspiran a conducir Jesús María, comenzar a pensar en soluciones para el problema del tránsito en una ruta donde la muerte sigue cobrándose víctimas y donde se siguen pintando estrellas amarillas. ¿Será posible pensar en una salida al problema?
Claudio Minoldo

Claudio Minoldo

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