Por: Juan Manuel García Escalada *
* Docente, Psicólogo Social
El IPEM 272 celebró 53 años de vida y propuso una jornada artística con el Coro Juvenil Femenino del Domingo Zípoli. Aquí se refleja esa actuación.
Al principio fue el Cuarteto Leo. En ocasión de un reportaje a Miguelito Gelfo, uno de los “padres fundadores del ritmo de cuartetos”, expresó que solía escuchar en su casa música clásica.
Rayos, centellas y vituperios varios partieron desde todas las direcciones. Desde quienes consideraban que era una traición a su música, hasta los que ideologizaban su elección en desmedro de otra clase social.
Gelfo tan sólo usó su libertad para ampliar sus fronteras de abstracción e imaginación que conlleva la música y su creación. Los prejuicios construyen bases endebles en lo socio-cultural.
El presente globalizado encuentra a las generaciones jóvenes enfrentados a la elección de todo lo que los rodea. Desde ideas, productos comerciales a opciones musicales. Nada es casual dentro de la actual "industria del espectáculo".
Todos enfrentados a una selección personal constante que los lleva a estar enlodados y todos manoseados, al decir del tango "Cambalache" de Discépolo, y que satura y los hace vivir en velocidad constante sin apreciar el tiempo y el espacio, en este caso, de lo musical.
La dirección del colegio “Domingo Faustino Sarmiento” (extraña denominación IPEM 272), con motivo de celebrar sus 53 años de existencia en la comunidad, aceptó el propio desafio de llevar a sus alumnos a un espacio de quietud y semblanza con la música.
Invitó al Coro Juvenil Femenino del colegio Domingo Zípoli de la ciudad de Córdoba La agrupación, integrada por 28 adolescentes femeninas bajo la dirección del profesor Gustavo Báez, se presentó bajo la impronta de una duda sobre lo que acontecería con los jóvenes, ante la música coral.
Tenía razón en su expresión el español Miguel de Unamuno cuando dijo: “Para novedad, lo clásico”. Porque las composiciones que siguieron el breve, fructífero y avasallante itinerario musical presentado, respondió con madurez y excelente interpretación del coro, junto a la selección de temas.
La respuesta fue franca, sonora y cristalina en los aplausos y en el placer por parte de todo el alumnado presente.
Hubo una magia espontánea que surgió en un espacio de comunicación con sus propios pensamientos y se demostró que los jóvenes necesitan aquietar la velocidad que los hiere y los acompaña y los lleva a estar en una ansiedad constante y que les impide pensar sobre sí mismos.
Tangos de Manzi y Cobián, clásicos estilizados de López Buchardo, sinfonías de Camile Sains Saens y Claude Debussy, impregnaron las paredes de la escuela y dejaron la impronta clara y concreta de que todo lo que nos rodea es educación y escuela a la misma vez.
El perfume de las flores, la contemplación, y la música son potentes elixires para construir mentes sabias para un mundo más equitativo.
Felicidades por los 53 años del colegio Domingo Faustino Sarmiento. Sin duda, habrá más novedades en los próximos encuentros.
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