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Historias que valen la pena ser contadas


En esta edición, conocemos las últimas dos historias de abuelos del Complejo para la Tercera Edad que fueron compiladas por alumnos de la escuela FORMARE de MWM.

Historia de Silvano Coze


Silvano Coze tiene 76 años y se caracteriza por su buena onda. Sin problemas, nos cuenta parte de su historia. Nació en Santa Catalina.
“Tuve que preguntarle a mis amigos dónde queda ese lugar porque no está en los recorridos de mi vida. Algún día voy a visitarlo para imaginar a Silvano en su infancia”. Me habla de bellos paisajes y una casa en el medio del campo donde los padres y los abuelos compartían la vida cotidiana. Así, fue creciendo hasta llegar a la escuela y cursando grado por grado asistió hasta tercero. En el cuarto, una maestra particular le enseñaba y continuó con algunos estudios.
Silvano cuenta que a los 16 y 17 años comenzó a estudiar por correo y eso le permitía mantener contacto con Bs. As. desde donde le llegaba el material de estudio y los exámenes que debía responder.
Él también tuvo que trabajar desde muy chico y junto a sus padres en el campo se ganaba la vida. Pero como todo pequeño, era travieso y en más de una ocasión sintió el rebenque en su débil cuerpo de niño.
A los 20 años ingresó al servicio militar y allí permaneció seis meses, momento en el que le dieron la baja por falta de dinero para sostener a los setecientos ingresantes.
Aprendió a ordeñar vacas a los seis años y éste fue su trabajo junto con otras tareas rurales hasta los treinta, momento en el que se traslada a Santa Fe para trabajar en un taller de motores.
Lo más sorprendente de la historia de Silvano es que recién a los treinta años conoció a una mujer a la que hizo su novia, abandonándola al poco tiempo porque en sus planes no estaba el compromiso y la necesidad de formar una familia. Prefería la soltería y la libertad de ir a los bailes y disfrutar de lo que cada noche le ofrecía. Le gustaba el Cuarteto Leo y junto a amigos, alquilaban un camión para seguir a la banda.
A los 42 años se animó a convivir con una mujer de 45 pero parece que ella no terminaba de amoldarse a la diversión de él, y la dejó eligiendo su soltería. Su libertad y falta de compromiso le permitieron viajar y a los 48 años, junto a tres amigos conoció Catamarca, San Luis y Mendoza.
Silvano llegó a Jesús María hace seis años. Vive con una hermana pero visita día tras día el geriátrico donde comparte con otros abuelos las experiencias de vida, la soledad y el deseo de sentirse acompañado.
“Yo aún no he pensado en viajar, quizás algún día se despierte ese interés. Ahora mi cabeza está llena de viajes imaginarios en los que diferentes fantasías me acompañan y espero que al aproximarme a mi vida adulta haya podido aprender a dominar mejor mis vulnerabilidades”, dice.

Historia de Daniel Tomas Theri

Oriundo de la Ciudad de Córdoba, tuvo la suerte de nacer en un hogar de situación económica buena, porque el padre era propietario de un puesto de frutas y verduras en el Mercado Central de Abasto y, como buen hijo, en los tiempos que le dejaban libres las tareas escolares, ayudó en el trabajo que demandaban las actividades del negocio en el mercado.
Recibió una buena educación primaria y además completó la secundaria en el tiempo correspondiente. Ello nos hace pensar que vivió una etapa de adolescencia satisfactoria y feliz. Su vida de relación amorosa comenzó a los 17 años cuando se casó. A la edad de 21 años fue padre de su primer hija a la que llamaron Marcela y dos años después nació su segundo hijo, Tomás. Pero no tardó en comenzar su descalabro matrimonial, separados por adulterio de su esposa y de ahí en adelante su vida sentimental fue desequilibrada.
Compartió su vida y se divorció de dos mujeres más. En total, tuvo tres esposas y fue padre de cuatro hijos: dos varones y dos mujeres.
La última de sus esposas cambió el rumbo de su vida. Ambos eran propietarios de un geriátrico en el barrio de Alta Córdoba de Córdoba y, a los 48 años, su mujer quiso arrebatarle la propiedad. Actuando de mala manera, logró despojarlo de sus bienes. Además, tras golpearse con un objeto contundente, recibió heridas graves en la cabeza que le ocasionaron importantes daños a su cabeza. Como consecuencia del accidente estuvo seis meses en rehabilitación pero le quedaron secuelas muy importantes en su físico y en su personalidad.
Acudió a su hija mayor para que pudiera ayudarlo. Ella fue quien se encargó de cuidarlo en su recuperación y luego lo ayudó a trasladarse de Córdoba a Jesús María. Hace casi un año, ingresó a vivir al Complejo para recibir el cuidado del equipo municipal.
Claudio Minoldo

Claudio Minoldo

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