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Juventud y periodismo


Alumnos del IPEM 272 y del IPEM 294 se mostraron sumamente críticos con el ejercicio profesional del periodismo local.


Esta semana, nuestro semanario se vio profundamente halagado por la invitación que le cursaron dos escuelas de nivel medio de la región. El motivo de la invitación era compartir experiencias en torno al ejercicio del periodismo, aprovechando que el pasado 7 de junio se celebró el Día del Periodista.
Y estuvo buenísimo porque los alumnos de sexto año del Sarmiento y de quinto y sexto año del IPEM 294 se despacharon con una serie de críticas hacia nuestra labor y dejaron evidencias irrefutables sobre la capacidad de análisis que los adolescentes tienen sobre la realidad.
¿Qué les interesa a los alumnos respecto del ejercicio de nuestra profesión? En primer término, si la podemos ejercer con libertad, si podemos ejercerla sin presiones empresarias, sin mordazas, sin censura.
Cuando la respuesta es negativa, en el sentido de que hubo y hay casos de censura, hubo y hay restricciones sobre lo que se puede y debe informar, sobrevienen por parte de los alumnos las críticas sobre el desempeño profesional.
En tal sentido, critican que no profundicemos sobre los temas, que no hagamos un chequeo exhautivo sobre las fuentes que nos informan, y se lamentan que -a veces- hagamos un periodismo “haragán”, poco comprometido con la calle y casi sin presencia en la calle.
Es evidente que algo está cambiando en cuanto a la percepción que la sociedad tiene sobre los medios de comunicación social y hay que decir que la mirada juvenil sobre el periodismo no es menos crítica que la que tiene el mundo adulto.
Se trata de una profesión extraña en la que el conjunto de los trabajadores contribuye a la percepción social. Aunque la gente suele diferenciar a unos periodistas de otros, lo más frecuente es señalar que el periodismo de Jesús María o de Colonia Caroya tiene tales o cuales características. Y dicen de nosotros que no estamos haciendo las cosas como corresponde.
No está en el ánimo de este semanario justificar las falencias en el desempeño profesional o, digámoslo de otro modo, por la desconexión entre lo que la sociedad quiere y el material informativo que le brindamos, pero existe un atenuante y es que la crisis económica alejó a los periodistas locales de la posibilidad de encarar capacitaciones que lo eleven del nivel promedio.
Lo que los adolescentes y jóvenes piensan y dicen de nosotros puede ser un buen punto de partida para una reflexión que devenga en una corrección.
No basta hoy con el voluntarismo. Hace falta conocimiento para desentrañar la compleja trama social en la que vivimos, y descubrir cuáles son los actores que intervienen en la construcción política de la sociedad.
Para que nuestro servicio vuelva a ser valorado, habrá que redefinir los límites en el ejercicio de la profesión, los nuevos desafíos en función de la tecnología disponible, y la incorporación del concepto de calidad como una manera de adecuarnos a las exigencias del mundo actual.
Claudio Minoldo

Claudio Minoldo

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