Los 413 objetos arqueológicos de la Municipalidad están en depósito.
A raíz de un artículo de opinión publicado por Primer Día el domingo 31 de mayo, firmado por Lucas Contreras, y en el que se pregunta en qué estado se encuentra la colección arqueológica conocida como “Dela Prato”, las autoridades del Museo Jesuítico Nacional salieron a defender su posición como tenedores de la colección.
En 1990, el municipio de Jesús María abonó la suma de seis millones de australes al arqueólogo amateur Jorge del Prato para comprarle un trabajo manuscrito y 413 piezas de una colección de objetos de arqueología encontrados en nuestra región vinculados a los aborígenes que habitaron estas tierras.
La colección fue dada en tenencia al Museo Jesuítico, aunque en el convenio este último no se hace responsable de sustracciones, robos, o deterioros involuntarios con motivo de exhibición o de almacenamiento.
Ese mismo año, 1990, el investigador principal del CONICET Carlos Gradin descartó que los objetos de la colección “puedan tener valor científico ya que no han sido documentados con la metodología y técnicas indispensables”.
Pese a tan taxativo dictamen, Gradin señaló que la colección podría tener valor ilustrativo o museológico de expresiones culturales regionales y que correspondía que se conservaran con los debidos recaudos.
Han pasado casi veinte años desde ese entonces y han sido Lucas Contreras y otros miembros de la Comisión de Patrimonio Municipal los que han desenterrado del olvido a la colección que incluye desde puntas de lanzas a restos óseos humanos.
¿Dónde y cómo está la colección? Las preguntas tienen dos respuestas.
Hace quince días, cuando este semanario fue por primera vez al Museo, ingresó al depósito y tomó tres fotografías de los estantes que dan hacia el oeste donde poco y nada se observa. En la parte superior de la estantería había varias bolsas de color verde.
Quince días después, los objetos de la colección Del Prato de los cuales se publica la fotografía que acompaña esta nota están completos y ordenados, y no hay más bolsas en la parte superior.
Todo ello permite inferir que la curiosidad que tuvo la Comisión de Patrimonio Municipal, a través de algunos de sus miembros, generó que el Museo genere una limpieza y ordenamiento de modo que la colección Del Prato sea fácilmente reconocible.
Pero no es el Museo quien debiera rendir cuentas sobre la colección sino el municipio que en casi dos décadas no mostró ningún tipo de interés sobre dichos objetos, los que dio en comodato al Museo “hasta que esta ciudad no posea un lugar adecuado para exponer este invalorable material arqueológico”, como reza en los considerandos de la ordenanza 986/90. Mientras tanto, pocos tienen acceso a ese patrimonio que es de todos.
Soy miembro de la Comisión de Patrimonio de Jesús María. Recién hoy y de casualidad, buscando información para la elaboración de un proyecto personal de investigación encuentro esta publicación. Agradezco la nota, refleja en buena medida el trabajo que hacemos incondicionalmente. Un abrazo.
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