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El Camino Real, un producto turístico en desarrollo y sobre el que es necesario seguir invirtiendo


Muchas de las obras prometidas en 2009 están paralizadas o nunca comenzaron. El recorrido es muy interesante pero habría que acompañarlo con infraestructura si lo que se pretende es seducir al turista cultural.

El norte de Córdoba siempre tuvo conciencia sobre su potencial turístico en lo referido a la cultura y la historia ya que por sus caminos transitaron grandes próceres nacionales y tuvieron lugar sucesos clave que modificaron el rumbo de nuestro país. La muerte de los caudillos Facundo Quiroga y de Pancho Ramírez, el paso de San Martín y de su ejército, el apresamiento de Santiago de Liniers, entre otros hechos, tuvieron lugar sobre los caminos del norte.
Por eso, para los “norteños” fue una excelente noticia enterarse de que el gobierno de Córdoba haría una importante inversión para recuperar el Camino Real y sus postas. Muchos de los trabajos comprometidos se realizaron entre 2009 y 2011 y detrás de esas historias fuimos a lo largo de los 350 kilómetros que tiene de ida y vuelta el circuito entre Colonia Caroya y San Francisco del Chañar.
Lo primero que hay que advertir es que se trata de un producto turístico en desarrollo y que para pueda ofrecerse a los visitantes harán falta muchas inversiones más. Hoy, el recorrido al que invitan los folletos no tiene cohesión, le falta un hilo conductor, pero se descubre en ellos un enorme potencial. Claramente está dividido en dos tramos: el que abarca desde las Estancias Jesuíticas de Caroya y Jesús María hasta Villa del Totoral, y un segundo segmento que puede recorrerse desde Villa Tulumba hasta San Francisco del Chañar.
Del primer tramo, claramente impactan las obras de los jesuitas en tierras de Caroya y Jesús María, con magníficos edificios en buen estado de conservación y grandes colecciones de objetos de todo tipo. A cuatro kilómetros de ellas, se alza la posta que en mejor estado de conservación se encuentra, la de Sinsacate, y en la que Francisco y Santiago se reparten el guión museístico para acompañar al turista. Desde que se colocaron los carteles que indican que allí está el Camino Real se duplicó la cantidad de visitas a la Posta de Sinsacate, pero aunque es la más visitada de todo el recorrido el promedio mensual de visitantes apenas si araña las 700 personas.
Unos diez kilómetros más al norte se encuentra el monumento que recuerda el asesinato de Facundo Quiroga en Barranca Yaco –simple, austero- y lo que se promete como la siguiente posta, la de los Talas en Sarmiento, es solamente un proyecto ya que el edificio está en ruinas y no fue intervenido aún. Ese bajón se supera en Villa del Totoral donde el municipio local ofrece un recorrido exterior por 25 casonas de veraneo que pertenecieron a reconocidas figuras y sus historias son hermosas. Por ejemplo, en la que fuera la casa de Emilio Araoz Alfaro –llamada el Kremlin- se alojaron los poetas Pablo Neruda y Rafael Alberti, quienes parieron odas y poemas inspirados en personales y lugares de la villa. Aquí, claramente se planta un mojón que divide el Camino Real en dos.

Adentrarse en los caminos del norte
A partir de Villa del Totoral, hay que decidir si entrarle al Camino Real yendo por la ruta nacional 60 –la que desemboca en Deán Funes- o tomar por la ruta nacional 9 norte e ingresar por la ruta provincial 16 hasta Villa Tulumba. El estado de los caminos indica que está en mejores condiciones la ruta 9 norte aunque su paisaje sea bucólico hasta ingresar a los deliciosos caminos de serranías.
El panorama comienza a cambiar camino a Tulumba cuando comienzan a aparecer plantas y animales autóctonos y se pueblan los aires de pájaros, infinidad de ellos. Tulumba es, sin dudas, la que mejor hizo los deberes en la última década en materia turística ya que cada edificio histórico tiene su referencia y cuenta con el único Centro de Interpretación del Camino Real donde se puede tener una detallada información sobre lo que ofrece el Camino Real: proyección de un video explicativos de diez minutos, sala multimedia con pantallas táctiles donde se explica cuál es cada posta con ilustraciones, mapas, fotografías, e información sobre dónde alojarse y qué comer.
El Centro de Interpretación ocupa parte de lo que fuera la casa del sacerdote jesuita Hernán Benítez, conocido por haber sido confesor y guía espiritual de Eva Perón. A la salida del edificio se encuentra la Iglesia de Nuestra Señora del Rosario de 1882, cuyas bóvedas pintó Martín Santiago, uno de los discípulos dilectos de Fernando Fader.
La ruta provincial 16 deriva en la 18 que es la que incluye 5 postas más. La de Intihuasi está en manos privadas y un cartel invita a no ingresar y otro cartel anuncia que el perro vigila. Por suerte, la siguiente estación es en la Posta de Santa Cruz que sí está abierta a las visitas pero en horario desdoblado de 9 a 13 y de 16 a 19. De esa posta, se reconstruyeron los techos con tejas musleras, se dejaron a la vista adobes y se colocaron objetos de época en las habitaciones, en la cocina, en el oratorio, y en la herrería. Durante todo este tramo, la palma carandá es la principal protagonista del paisaje. De esa planta, se extraían las fibras con las que se hacía el yute de las alpargatas.
La siguiente posta es la de San Pedro Viejo que también está en manos privadas. Son cuatro magníficas hectáreas que forman parte de una Estancia donde hay un pequeño lago artificial con patos, donde se brinda alojamiento, y del que se puede visitar una pequeña iglesia del siglo 18 y la fachada de lo que fuera la posta.
Hasta aquí el camino se repartió entre asfalto y unos pocos kilómetros de camino de ripio en bastante buen estado, pero a partir de San Pedro Norte y hasta San Francisco Viejo el Camino Real pasa a ser casi un senderito por el que hay que transitar con precaución y donde hay que estar atentos a la cartelería. Lo próximo que se puede visitar es la Posta de Las Piedritas donde apresaron a Santiago de Liniers, a la postre dos piezones bien grande con objetos de época y unos camastros.
San Francisco del Chañar es la penúltima estación y donde se encuentra su iglesia dedicada a San Francisco Solano, una gigantesca estructura que le valió el mote de la “catedral” del norte cordobés. 15 kilómetros más al norte, el recorrido finaliza con la Posta de Pozo del Tigre, 172 kilómetros al norte de Caroya donde se inició el viaje por la senda del Camino Real al Alto Perú.
Ojalá que se siga invirtiendo en la recuperación del histórico trazado porque tiene un gran potencial más allá de las dificultades que atraviesa en la actualidad. Independientemente del derrotero que la historia tuvo para con el norte cordobés, su pasado amerita un trabajo de reconstrucción.

Fuente: La Voz del Interior

Claudio Minoldo

Claudio Minoldo

1 comentario:

  1. BUUUUUUUUUUUUUUUUU ANDATE MALA BLOGEADORA ABURRIDOOOOOOOOO

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