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¿Cuáles son las mejores tecnologías para ahorrar energía?

Existen muchas tecnologías para reducir el uso de energía: calderas más eficientes, iluminación LED, energías renovables, doble acristalamiento, aislamiento de edificios, el coche eléctrico… ¿Cuál de ellas son más efectivas y baratas para reducir la demanda energética? 

Un estudio de Economics for Energy, evalúa de forma rigurosa el potencial de ahorro de energía con cambios tecnológicos. Se suele decir que ahorrar energía no depende de una gran medida sino de muchas distintas aplicadas a la vez. Sin embargo, el estudio de este centro de investigación privado incide en que sumar el potencial de ahorro de sistemas más eficientes por separado lleva a menudo a sobreestimar la reducción del gasto que se va a conseguir, pues no se tienen en cuenta que algunos de ellos se solapan. Un ejemplo: Si se mejora el aislamiento de una vivienda se va a reducir mucho el consumo en calefacción, pero si se coloca a la vez una caldera ultraeficiente, entonces el potencial de ahorro del aislamiento va a ser mucho menor. ¿Merece la pena invertir en el aislamiento y la caldera a la vez o resulta más interesante optar por una de las dos medidas?
El estudio de Economics for Energy, realizado con la colaboración de Bloomberg New Energy Finance, evalúa cuánto se podría ahorrar con cambios tecnológicos y cuáles serían los costos, a partir de distintos escenarios. Para ello, utiliza curvas de costos marginales que permiten visualizar cuál es el costo adicional de reducir una unidad más de energía, o qué medidas son las que permiten reducir más con el menor costo.
El primer escenario es el tendencial: lo que se espera que ocurra si simplemente se cumplen las políticas de ahorro ya implantadas o previstas. En este caso, el estudio calcula que la demanda energética en 2030 sería un 2% inferior a la de 2010. No parece mucho, y esto es porque el mayor aumento de la eficiencia es anulada por incrementos en el consumo en sectores como el transporte, la edificación… En realidad, los investigadores calculan que se estaría consumiendo un 26% menos que si no se aplicasen las nuevas tecnologías más eficientes.
Los mayores avances en este escenario vendrían por el aumento de la penetración de las energías renovables (que ayudan a reducir el consumo de energía primaria(1)), muy en especial la eólica, además de la mejora en eficiencia en el transporte y la sustitución de sistemas de climatización de edificios por bombas de calor o calderas de gas eficientes. En lo que respecta a los automóviles, el mayor ahorro vendría por los vehículos híbridos (sobre todo, los no enchufables). Además, también tendría una especial incidencia en la reducción de la demanda energética el tren de pasajeros eficiente o el camión diesel Euro V. En el caso de la iluminación, el mayor ahorro vendría por el uso de bombillas de bajo consumo (más que con las LED).
Como recalca Pedro Linares, uno de los directores de Economics for Energy, y colaborador de este blog, el estudio pone en duda el interés de aplicar algunas medidas, como la bomba de calor geotérmica o el aislamiento de viviendas (por su elevado coste) o algunos electrodomésticos eficientes (por la pequeña reducción conseguida).
En el segundo escenario, los investigadores se preguntan: ¿Qué pasaría si se asume una mayor progresión de las tecnologías eficientes con un descenso de sus costos? Por lo general, se espera que las mejoras técnicas, por un lado, y el encarecimiento de los combustibles fósiles, por otro, vayan haciendo cada más competitivas estas alternativas eficiencias por la propia inercia del mercado. Sin embargo, en el trabajo de Economics for Energy se considera que, al igual que se avanza en estas tecnologías, también ocurriría lo mismo en la extracción del gas natural, lo que reduce entonces el ahorro económico que se puede conseguir con las medidas de eficiencia. Está claro que los precios de la energía tendrán una enorme influencia en el consumo energético. Por ello, los investigadores reiteran la importancia de que cada tipo de energía integre todos sus costos (no solo los económicos, sino también los ambientales y sociales): “para dar la señal correcta al ahorro energético”.
En este caso, los investigadores estiman que en 2030 habría descendido la demanda energética un 14% con respecto a 2010. Esto es más que en el escenario tendencial, pero menos de lo que se podría esperar, ya que se deja actuar solo al mercado y no se produce un esfuerzo político. En este escenario, las medidas más efectivas serían la iluminación LED, los coches eléctricos, las tecnologías solares. Con el aislamiento de viviendas se podría conseguir también un enorme ahorro, pero a un costo muchísimo más alto, al igual que ocurre con la bomba de calor geotérmica o el doble acristalamiento.
¿Qué ocurriría ahora si en lugar de reducirse los costos de las tecnologías eficientes lo que hay es un fuerte compromiso político para obligar a aplicarlas? Siempre según los resultados de este estudio, este sería el escenario en el que se conseguirían mayores ahorros: La estimación es que en 2030 se lograría reducir la demanda un 19% respecto al año 2010. En comparación con el escenario tendencial, aquí se considera que la sustitución de sistemas de climatización en edificios está ya parcialmente agotada y las medidas más interesantes a promover serían un incremento aún mayor de la eólica, el aumento de vehículos eléctricos e híbridos o el cambio al tren del transporte de mercancías.
Fuente: Clemente Álvarez para Ecolaboratorio (http://blogs.elpais.com/eco-lab/)
Claudio Minoldo

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