La expresión del pueblo en las urnas sigue siendo la herramienta de la democracia que ayuda a corregir cursos y renovar prácticas.
Como en ningún otro caso, una victoria electoral en Argentina no da derechos. Pongamos el caso de Jesús María que, según las estimaciones censales, tiene unos 35 mil habitantes.
De esa fracción está habilitados 26300 cuidadanos a votar. Si uno se atiene a lo que ocurre generalmente en las elecciones, unos 6570 electores se abstendrán de ir a votar.
Ya tenemos 15700 personas fuera del sistema porque no votan por diferentes razones: no tienen la edad, o tienen suficiente edad y no obligación, o no tienen ganas de expresar su veredicto cuidadano respecto de las propuestas que hay en danza.
De modo que la elección, con muchísimo viento a favor quedará en manos de unos 20 mil cuidadanos. Supongamos que las tres fuerzas que compiten en estas elecciones se lleven en porcentaje 40 por ciento, 30 por ciento y 30 por ciento. Esto indicará una diferencia razonable entre el ganador y sus vencidos. Pero significará que el ganador obtuvo 8 mil votos y los perdedores 6 mil votos cada uno.
Esos 8 mil votos (y sería un verdadero milagro que algún candidato se imponga con esa cantidad) son un poco más del 20 por ciento de la población de la ciudad, es decir, una minoría que eligió una propuesta por sobre otras.
Los partidos políticos que han ganado las últimas elecciones han cometido el error de pronunciarse sobre la voluntad del electorado como si se tratarse de una enorme mayoría cuando, en realidad, es todo lo contrario.
Si en lugar de ver la elección como un vaso medio lleno, la vieran como un vaso medio vacío, seguramente que su actitud en el gobierno será de la mayor humildad y de saber que gobernando encontrarán la legitimación. No será desde la petulancia ni desde la soberbia que podrán retirarse con un amplio consenso sino desde la capacidad de haber construido mucho con el exiguo capital que ofrece una elección: un 20 por ciento de la opinión de una ciudad de 35 mil habitantes.
Los partidos políticos locales jugaron todas sus fichas en los últimos 30 días y vale destacar que es la primera vez en mucho tiempo que realmente se presentan propuestas innovadoras en los partidos políticos participantes. Se trata de propuestas realizables, acomodadas a la realidad presupuestaria de Jesús María, y con la promesa de poner al frente de su cunplimiento a destacados profesionales.
Y habrá que someterse a la voluntad del soberano, independientemente de las simpatías o antipatías o empatías que cada candidato haya logrado establecer con los electores. La democracia trata de esto: de elegir con la conciencia tranquila de que se está eligiendo la mejor propuesta para la ciudad, la que nos deposite realmente en el siglo 21, la que merecen las futuras generaciones, y las generaciones presentes.
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Editorial: La voluntad del soberano

Claudio Minoldo
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