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La Sociedad Rural quiere cambiar “tierra por ladrillos” para sumar mayores ingresos

La venta de cinco hectáreas de las 52 que tiene en Malabrigo le permitirían a la entidad gremial del campo construir un edificio de oficinas de varios pisos pegado a la sede de Tucumán 255 y adquirir más tierras.

Una reciente asamblea de la Sociedad Rural de Jesús María tomó una resolución que podría cambiar notablemente la fisonomía de la región. ¿Por qué? Porque de concretarse una operación inmobiliaria entre la entidad gremial y una firma privada existe la posibilidad de que Colonia Caroya sume un enorme centro de compras con sala de cine, más un hotel, y la Sociedad Rural podría construir un edificio en pleno corazón de Jesús María para montar un complejo de oficinas.
Para ello, debería desprenderse de cinco hectáreas sobre el bulevar Los Inmigrantes, pegado a la Asociación Educativa Pío León, lugar en el que se emplazaría el complejo antes mencionado.
Aunque el lei motiv histórico de la entidad gremial del campo fue siempre “la tierra”, la posibilidad de obtener una renta estable a partir de los “ladrillos” torció la opinión de muchos asociados, incluidos algunos ex presidentes que fueron consultados.
El actual presidente de la Sociedad Rural, Marcos Mc Hardy, reconoció que vieron en la operación una oportunidad de negocios y la posibilidad de generar una renta que se sume a los dineros que la entidad obtiene de cada exposición en Malabrigo, de las exiguas cuotas societarias, y de los alquileres dentro del inmueble de Tucumán 255, además del porcentaje que les viene tocando -no se sabe hasta cuándo- de la vacunación antiaftosa.
Mc Hardy reconoció que cuando no era presidente a las inversiones inmobiliarias de la Rural las veía con malos ojos, pero al poco tiempo de asumir le tocó firmar la compra del edificio que  la entidad tiene al lado de la sede, de modo que tuvo que asumir que tienen que maximizar sus ingresos.
Y una reciente asamblea autorizó en forma unánime la venta de cinco hectáreas del mismo predio que tiene doble salida (por la calle Marcos Perdía o 172 y por el bulevar los Inmigrantes) que  podrían generar un ingreso en pesos de siete ceros.
“Pensemos en el norte de Córdoba y no en Jesús María solamente. En tener un centro de compras con cine acá. ¿Por qué no? Y el lugar es ideal porque es convergente con Colonia Caroya, Jesús María y tiene una ruta de acceso para la gente del norte que no tiene que ingresar al centro. Puede venir la gente de General Paz, la de Ascochinga. Es una posibilkidad que se la tenemos que permitir a la región”, explicó Mc Hardy sobre el proyecto que tiene el inversor privado que sería el propietario de la cadena supermercadista Mariano Max.
Faltan sortear muchos escollos por el momento -municipales, ambientales, patrimoniales- pero de concretarse 2012 encontrará a la región con dos inversiones millonarias que debieran traer innumerables beneficios a los sectores de la construcción y generarían una importante cantidad de fuentes laborales.

Una operación inmobiliaria de envergadura

La Sociedad Rural obtuvo la aprobación unánime de los asambleístas para enajenar una porción de tierra de cinco hectáreas y de esa venta la entidad haría dos inversiones: un edificio de oficinas al lado de la sede actual y adquirir entre 12 y 13 hectáreas al lado del predio que actualmente tiene en Malabrigo.
El primer piso del edificio podría destinarse a una entidad bancaria y el resto de los pisos -entre seis y ocho- a oficinas, más dos pisos subterráneos de cocheras.
“Veníamos trabajando sobre esa idea bajo la forma de un feideicomiso o de una sociedad anónima o consorcio con capitales privados, pero si la Rural puede hacerlo por su cuenta mejor todavía”, explicó Mc Hardy.
¿Por qué oficinas y no departamentos? Porque se hizo un estudio que concluyó en que hacen falta más inmuebles para oficinas o escritorios y porque generan menos dolores de cabeza que los departamentos.
La entidad guarda reserva, oficialmente, sobre el nombre del comprador aunque trascendió que sería Antonio Mariano, propietario de la firma Mariano Max. Pero la autorización para vender las cinco hectáreas no fue hecha hacia un comprador en particular, de modo que si esta operación se cae podría enajenarse a otra persona o sociedad.
“Necesitamos también la anuencia del gobierno de Córdoba para vender porque, aunque no está pegado al Museo (Estancia de Caroya) tenemos algunos límites porque se trata de un Patrimonio de la Humanidad”, señaló el presidente de la entidad gremial del campo.
La Rural se queda con una servidumbre de paso en el sector que está pegado al colegio Pío León de modo que se pueda llegar hasta el predio de Malabrigo desde el norte.
La solicitud que hizo la Sociedad Rural al inversor es que armen el proyecto para que la “espalda” del centro comercial no de, precisamente, hacia el predio de Malabrigo.
De las primeras cuatro hectáreas, dos se utilizarían para estacionamiento, y las dos hectáreas restantes para el “mall”. La restante hectárea es para el de-sarrollo de un emprendimiento hotelero.
De todos modos, la entidad tuvo que hacer el ablande con sus dirigentes históricos que tienen la concepción de que nunca hay que desprenderse de la tierra. El convencimiento llegó cuando la entidad logró explicar que de la venta de una hectárea y media en ese sector se podían comprar entre 12 y 13 en otro predio contiguo a Malabrigo.
No obstante el entusiasmo que genera el proyecto, Mc Hardy fue muy precavido: “Hay un montón de cosas que hacer, un montón de acuerdos que cerrar. Si no conseguimos esa “tierra” buscaremos en otro lado y vamos a tratar de recuperar el capital del que nos desprendemos”.
Respecto del edificio en sí, el que construirá la entidad si logra cerrar el trato, está en fase de proyecto y todavía hay muchas cosas que modificar, incluso ver si existe alguna posibilidad de conectar la sede actual con la nueva estructura, una difícil tarea por la diferencia de época en que se construyó la primera. Entre ambos, habrá 40 años de diferencia.
Vale añadir que la asamblea que tuvo la Rural dejó autorizada la posible venta en el futuro de otra fracción de inmueble, aunque en este caso fue específica.
“Recalco que todavía quedan muchísimas cosas por resolver, no tanto de la parte compradora y vendedora sino estatal. De todos modos, pienso que no pueden frenar un proyecto así, pero pasa por ahí gran parte del futuro de que podamos cerrar todo el trato o que se caiga”, concluyó Mc Hardy sobre este proyecto que viene generando una gran expectativa en muchos sectores de la región.
Claudio Minoldo

Claudio Minoldo

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