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Editorial: Sólo cuestión de actitud

Los medios de comunicación pueden elegir prolongar o recortar el tiempo en que una víctima revive los sucesos que ya padeció.

Cualquier víctima de un suceso en que su persona se ha visto degradada, vulnerada, desgraciada, elegirá con seguridad evitar el recuerdo de aquello que lo hizo sentir mal. Por eso, nuestras leyes buscan, particularmente, en el caso de niños, niñas, y adolescentes preservarles el derecho a la dignidad.
Dice el artículo 22 de la Ley de Protección Integral de los Derechos de Niños, niñas, y adolescentes, 26061: “Derecho a la dignidad. Las niñas, niños y adolescentes tienen derecho a ser respetados en su dignidad, reputación y propia imagen. Se prohíbe exponer, difundir o divulgar datos, informaciones o imágenes que permitan identificar, directa o indirectamente a los sujetos de esta ley, a través de cualquier medio de comunicación o publicación en contra de su voluntad y la de sus padres, representantes legales o responsables, cuando se lesionen su dignidad o la reputación de las niñas, niños y adolescentes o que constituyan injerencias arbitrarias o ilegales en su vida privada o intimidad familiar”.
La transcripción obedece a que muchos medios de comunicación omitieron esta semana cumplir con ese precepto legal que impone no volver a victimizar a un niño, niña, o adolescente.
Es de público conocimiento que en un colegio de nuestra zona un adolescente fue brutalmente agredido por un par, dentro de la institución escolar. Ese desagradable suceso fue filmado y subido a las redes sociales para mayor escarnio del adolescente que fue vilmente atacado.
Si los medios de comunicación fuesen obedientes del derecho a la dignidad de ese menor, no debieran haber dicho ni cúantos años tenía, ni a qué colegio iba, ni haber reproducido el video (porque claramente se nota en qué colegio fue), ni haberle preguntado a la madre de la víctima dónde fue atacado.
La misma regla se impone para los casos de abuso sexual, de maltrato, de violencia.
Se puede elegir no revictimizar al agredido. Es cuestión de actitud. De comprender que “vendiendo” una noticia se puede hacer un daño tremendo a un ser humano en pleno de-sarrollo emocional como suele ser la etapa de la adolescencia.
De este evento no se hablará, probablemente, en las próximas semanas, pero la persona que fue agredida ya quedó con la marca que le propinaron los medios de comunicación al ampliar hasta el hartazgo los detalles que permitieron que sea fácilmente identificado.
Es hora de mayor responsabilidad social de los medios de comunicación social. Es hora de dejar de mirar para el costado cuando pasan estas cosas.
Claudio Minoldo

Claudio Minoldo

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