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El Segundo Festival de Teatro Juvenil fue un éxito de convocatoria y participación escolar

Se desarrolló entre el lunes y el viernes a sala llena y demostró la necesidad de generar espacios donde la juventud pueda expresarse. Excelente iniciativa de Colonia Caroya.

Sonia Brollo es, antes que funcionaria municipal de Colonia Caroya, docente y, seguramente, esa retroalimentación entre el sistema educativo y la función pública le permitió enhebrar junto a sus colegas el Festival de Teatro Juvenil que este año cumplió su segunda edición.
El lleno que se generó el pasado lunes durante la apertura se repitió a lo largo de la semana, a medida que las insticiones de nivel medio de nuestra región fueron presentando las distintas obras anunciadas en la grilla.
Independientemente de que  algunos padres y familiares fueron a ver las obras que representaban los suyos, el público mayoritariamente estuvo compuesto por adolescentes y jóvenes. Obviamente, que la posibilidad de ver en acción a sus compañeros fue la mayor motivación que encontraron, pero vale señalar que también se transformó en un espacio de encuentro del que, generalmente, carece la juventud de nuestra zona.
Sobre el Festival en sí mismo, Brollo señaló: “Agradezco a las instituciones educativas, a los directivos, a los profesores, y a los chicos y chicas que van a dejar todo en el escenario. Quiero decirles que este es un espacio de encuentro. Festival quiere decir festejar y tenemos que celebrar el estar juntos, el poder encontrarnos por segunda vez con una propuesta para jóvenes y adolescentes”.
La invitación fue, luego, para que los espectadores puedan disfrutar de las obras con respeto y cultivando los valores de solidaridad, amistad, compañerismo.
La apertura escénica estuvo a cargo, en la jornada inaugural del ballet de Mariangel Guallanez donde las danzas árabes se dieron la mano con el reguetón  en coloridos cuadros.
La obra con que debutó el encuentro fue una adaptación del célebre y absurdo cuento de Dalmiro Sáenz, ¿Quién, yo?, que personificaron los alumnos del IPEM 165 Presbítero José Bonoris. Se trata de un texto complejo por lo extenso que los chicos del Bonoris, bajo la dirección de Nilda Fantini, resolvieron con acierto. El lugar del personaje central fue rotando en manos de alumnos y alumnas por igual a lo largo de la obra y cada cambio de persona fue precedido por un intercambio de una gorra detrás de un pequeño teatro de sombras que también sirvió para contar otros detalles.
Más allá de que se trata de actores y actrices amateurs, los estudiantes del bonoris estuvieron bien aplomados sobre el escenario y sortearon con altura las tentaciones que la propia obra ofrece, teniendo en cuenta que el público devolvía de tanto en tanto las risotadas de rigor que Sáenz propone.
La obra recibió generosos aplausos de los presentes y los alumnos celebraron arriba del escenario como si hubiesen ganado la copa del mundo. Bien merecido lo tenían después de todo el esfuerzo que supuso poner a más de 20 actores y actrices en escena.
Después, vendrían las obras que propusieron los alumnos del IPEM 272, El Instituto Nuestra Señora del Rosario del Milagro, la Escuela de la Familia Agrícola, el Instituto Privado Nuestra Señora del Huerto, el IPEM 69 anexo Colonia Caroya, El IPEM 69 Juana Manso de Noronha, el IPEM 294 Jesús María, y el IPEM 349 Giovanni Bosco.
La apertura de cada jornada estuvo a cargo de alguna agrupación musical o de danzas y por allí desfilaron la Escuela de Música de Colonia Caroya, el ballet de Estación General Paz,  y el Coro del Bicentenario, entre otros.
Quedó abierta la posibilidad de que, en futuras ediciones, se incorpore un segmento de teatro infantil, de acuerdo a lo que muchos espectadores señalaron sobre lo que esperan para el futuro. El Teatro Juvenil llegó para quedarse, según parece.
Claudio Minoldo

Claudio Minoldo

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