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Elecciones sin entusiasmo

Enfrascados en la abulia en que se ha convertido la realidad nacional, a los argentinos no nos queda otra que la resignaciĆ³n y esperar que los problemas urgentes lo solucione algĆŗn santo o Mandrake, el mago.
Es tan abrupta la caĆ­da de la imagen de los polĆ­ticos argentinos que muchos ciudadanos se han declarado en el mĆ”s absoluto “agnosticismo” polĆ­tico.
Suponemos que a un argentino al que se le inyecte el “suero de la verdad”, si se le pregunta cuĆ”nto le importa el resultado de las prĆ³ximas elecciones, debiera contestar con las siguientes frases: a) un cuerno. b) un rabanito. c) nada de nada. d) ¿elecciones? ¿Ya? ¿Por quĆ© no avisan antes?. e) andĆ” a la... %*$** (CENSURADO).
Antes del inicio de la campaƱa propiamente dicha, oportunidad en que los candidatos utilizaron para violar la normativa vigente, comenzĆ³ a correrse la bulla de que la presidenta no tolerarĆ­a una derrota electoral y que abandonarĆ­a el barco antes de tiempo.
La especie circulĆ³ alrededor de NĆ©stor Kirchner y sirviĆ³ para alentar agoreros que vienen pronosticando graves consecuencias econĆ³micas para los financieros despuĆ©s del 28 de junio.
¿No es demasiado sufrir a la clase dirigente actual? ¿Comparado con ese pesar, una crisis econĆ³mica mĆ”s no resulta una pavada?
¿Cuando fue que salimos de la crisis econĆ³mica y en caso de que hayamos salido porque algunos ni lo notamos?

Gatopardismo
“Cambiar para que nada cambie”, la frase parece tallada a la medida de los sucesivos gobiernos de nuestro paĆ­s, tanto los de procesos dictatoriales como democrĆ”ticos.
Porque resulta inexplicable que las riquezas enormes que tiene nuestro suelo no se hayan podido distribuir con coherencia entre sus habitantes.
Resulta inexplicable que se apliquen recursos asistenciales exactamente iguales a los que los pobres precisarĆ­an para salir de esa franja y, sin embargo, los pobres siguen siendo pobres.
Resulta inexplicable que nos hayamos acostumbrado a que el oficialismo haga campaƱa por su partido con el dinero de todos y utilizando los recursos del estado para el beneficio de un solo partido.
Resulta inexplicable que los sucesivos timonazos en las elecciones legislativas, no hayan logrado ningĆŗn tipo de equilibrio ni de control sobre las acciones del Departamento Ejecutivo, cada vez mĆ”s sospechado de actos corruptos increĆ­bles.
Pero no queda otra que utilizar los mecanismos disponibles en nuestra perfectible democracia para poder seguir avanzando en la construcciĆ³n de ciudadanĆ­a.
Dicho en criollo: aunque no sirva de mucho, hay que seguir votando. Desde la vuelta de la libertad, en 1983, tuvimos 14 oportunidades de rectificar el rumbo en las urnas.
En cada elecciĆ³n, hemos hecho un aprendizaje. Hemos castigado partidos, personas, posturas, y propuestas. Estamos cada vez mĆ”s atentos: Ɖsa pareciera ser la fĆ³rmula para un ejercicio consciente de la ciudadanĆ­a.
Claudio Minoldo

Claudio Minoldo

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