Fin de año intenso, con presagios de desastres y la llegada de un supuesto ultimatum sobre el final de los tiempos; esto nos obliga a un ejercicio de realidad concreta, la de todos los días. Por: Oscar Beas (Grupo Ecológico Jesús María - GRUEJMA)
Por un lado las famosas profecías de los mayas, desmentidas por científicos reconocidos y también por el sentido común que indica la imposibilidad de una nueva era con cambios en los paradigmas esotéricos y paranormales, o cosas fantasiosas por el estilo.
Pareciera que los seres humanos nos gratificamos con pronósticos agoreros o supersticiones para todos los gustos, como si la edad media no fuera pasado y como si no haya sido suficiente y actualmente ocurre, la injusta e increíble muerte de miles de seres humanos, por insufribles crucificciones y horrendas “empaladas”, hogueras de impíos, cruzadas contra los bárbaros de otras religiones e infinidad de tropelías similares que ofenden y degradan la condición humana.
Sobre presagios de desastres naturales a futuro, podemos verificar, que si tenemos otros más creíbles, avalados por el conocimiento científico, que tanto avanza cotidianamente y cuyos resultados están a ojos vistas. Nos referimos a las conclusiones de la reciente conferencia mundial sobre cambio climático, que a duras penas, pudo obtener una prórroga de de las prevenciones de la anterior conferencia en Kioto (Japón). Resaltamos lo dificultoso de lograr acuerdos, cuando la ceguera humana enferma de codicia de los países más poderosos, impulsados por exigencias de corporaciones financieras, se niegan a políticas de reducción de emanaciones de gases de efecto invernadero, su principal causa-efecto.
Es que la sociedad, es consumista porque sintetiza nuestras individualidades, y así, influidos por publicidades engañosas, somos todos los ciudadanos, cautivos de sus afanes desmedidos de lucro, demandando cada vez más recursos naturales, energía y agua, que, si no son controlados por modos de producción sustentable en el tiempo, van agotando irreversiblemente, la capacidad de la naturaleza de satisfacer tamaña demanda. Y para mayor infortunio, hace décadas que organizaciones sociales internacionales como Naciones Unidas o Foros sobre clima, sobre agua o energía, lo vienen advirtiendo, es decir que no podemos ignorar lo que hacemos con los recursos naturales. No podemos permanecer indiferentes.
Quizás podamos justificarnos, señalando que los resortes del Poder de cambiar este contrasentido, lo tienen ahora las grandes corporaciones de los países centrales y los gobiernos que integran aquellos países con poder de veto sobre resoluciones proteccionistas del ambiente, que proponen los demás integrantes de esas Mega organizaciones; pero tampoco es menos cierto que los ciudadanos comunes, los de “a pie” como se dice, también tenemos obligaciones con el cuidado del medio ambiente. También podemos aportar algo.
Con nuestra conducta diaria, con la enseñanza a nuestros niños de hábitos de sobriedad en las costumbres, de estar informado sobre temas de cuidado del ambiente y ecología práctica, de no dejarse deslumbrar con los espejitos de colores de las propagandas consumistas, de ahorrar energía y agua en toda circunstancia, de reducir consumos, reciclar y reutilizar, del cuidado de los árboles y el espacio público y muchísimas pequeñas acciones individuales que parecieran sin importancia, pero que si todos internalizamos esas acciones, seguramente aportaremos nuestro granito de arena y haremos “montañas de arena” al decir de don Atahualpa Yupanqui.
¡Feliz Navidad y un buen año 2013!
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