No hay caso. Los argentinos no tenemos ni un respiro gracias al empeño de la clase política en hacernos la vida difícil. Nada está solucionado pero estamos en campaña nuevamente.
Curioso caso el argentino: por nuestra capacidad para pilotear tormentas, la Universidad de Harvard debiera darnos a los habitantes de esta patria un título “Honoris Causa” en supervivencia.
No se explicaría, de otro modo, que hayamos sobrevivido a gobiernos tan corruptos, tan ineficientes, y tan poco agraciados como los que hemos tenido en los últimos 40 años.
No vale la pena lanzar una lágrima por la generación del ´80 (No la de 1980 sino la de la centuria anterior) ni vale la pena pensar en la falta que nos hace de políticos probos y comprometidos con la realidad social.
Si pensamos que el actual panorama político “es lo que hay”, entonces lloremos a gritos porque estamos mal y vamos mal también.
Ninguno de los representantes de la clase política argentina hizo aportes, hasta el momento, para resolver los problemas de la economía actual.
Ninguno hizo propuestas para que la “caja” del gobierno nacional no quede anclada únicamente a fondos que generan las exportaciones, principalmente agroalimentarias.
Ninguno hizo propuestas serias para la redistribución de los fondos con un sentido federal, a través de una nueva ley de coparticipación de impuestos.
Y la lista podría seguir hasta el infinito.
En cambio, en el seno de los partidos tradicionales ya comenzaron las discusiones sobre candidatos a diputados y senadores, y sobre lugares en las listas.
Nuevamente, la urgencia -elecciones- reemplazó a la necesidad -soluciones- y los ciudadanos vamos cuesta arriba en el carrito que nos permitirá seguir dando vueltas en la vertiginosa montaña rusa en que se ha transformado nuestra realidad.
¿Qué habrá que hacer y cómo habrá que hacerlo para que los políticos se den cuenta de que nuestra mirada está puesta en otro horizonte?
¿Qué habrá que hacer para convencer a los políticos que queremos que nuestros hijos amen el suelo patrio tanto como nosotros y que no queremos que la crisis los expulse a otros países?
Seguramente, hurgando en los mecanismos de la democracia encontraremos las soluciones que hacen falta.

Claudio Minoldo
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