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“La parte linda de gobernar fue el reconcimiento de la gente, su respeto cotidiano, el trato en la calle”

Rodolfo Visintín hizo balance sobre la gestión que le tocó conducir y puso el acento en el acompañamiento que el municipio le brindó a las instituciones sin distinciones de ninguna naturaleza y defendió la austeridad en el manejo de los recursos públicos.

Desde el ‘99 venías con intenciones de dejarle tu aporte a la ciudad, hecho que se concretó en 2007 ¿Cómo visite personalmente a este desafío?
- Francamente, ya había abandonado. Había liquidado toda la papelería de la campaña política, había dicho ‘se acabó, ya está’, pero vino mi amigo Cacho Cadamuro y me dijo que lo pensara bien porque habían algunas encuestas que me daban bien posicionado. Primero dije que no, después dije ni, y finalmente dije sí. El desafío mío personal fue administrar la ciudad con un modo, con un método. En estos desafíos, uno tiene metas pero después se alcanza lo que se puede en el tiempo y la forma en que se dan las cosas. No es que salga todo redondo como uno lo piensa.

¿Te vas satisfecho?
- Sí, por muchos aspectos. Ojo que por otros aspectos no porque siempre faltan cosas. Siempre quise implementar otro sistema de administración más similar a la empresa privada, pero los tiempos no dieron. No es cuestión de que uno implemente un sistema de conducción sino de hacer causa común con todo el equipo que me rodean, pero para eso hace falta capacitación, internalización de los conceptos, y un equipo suficiente porque el nuestro fue un equipo muy chico. Los secretarios han trabajado a destajo pero solos, sin empleados suficientes, sin las secretarias suficientes, sin el asesoramiento profesional que nos ayude a calcular, redactar, proponer las cosas que uno tiene en mente y no siempre puede escribir. Si tengo en cuenta esas limitaciones, me siento satisfecho porque hemos generado una administración con los controles pertinentes para que esto se reencauce y estén medianamente bien utilizados los dineros públicos. Ése es uno de los objetivos más rigurosos que tiene una administración: prestar los servicios al menor costo posible de modo de tener saldo disponible para hacer las mejoras en personal, en capacitación, en equipamiento, y en obras públicas que es lo que pide el ciudadano común al fin y al cabo. Nosotros asumimos en un año en que las arcas municipales estaban muy vacías. Todos saben lo que pudimos hacer por los resúmenes que fuimos haciendo.

A cuatro años, ¿la gente se olvida de la situación en que arrancó todo cuando recibiste el municipio?
- Es cierto. Teníamos aumentado en un 25 por ciento la planta sin los recursos para hacerle frente, con cheques por 331 mil pesos. Sin hablar de las deudas viejas que quedaban con los distintos colegios profesionales, distintas áreas, y proveedores que no nos querían fiar más. Y con las herramientas yb equipamiento sin poderlos sacar a trabajar. Todo fue transformar esto. No dejo de reconocer en ese contexto el apoyo de la comunidad. Recuerdo que cobramos un 56 por ciento más en tasas en 2008 en comparación con el año anterior en lo que eran los pagos en cuotas y un 98 por ciento más en los que fue pago de cuota única. Eso nos dio aire para salir adelante. Quiero recordar que vino un buen aporte de una gestión que me hizo Marcelino Gatica que nos dio una inyección de dinero en el comienzo del mes de diciembre de 2007 porque fueron 312 mil pesos, gestión que no puedo dejar de agradecérsela. Después, todo lo demás es sistema de administración y controles. Tal vez con mayor rigurosidad administrativa se logren resultados mejores, pero ése es el desafío para las próximas gestiones.

¿Cuál ha sido para vos el momento más difícil de estos cuatro años?
- El arranque, por supuesto. Uno cree que tiene cierta información e ingresa y se encuentra con una realidad completamente distinta. Ahí, realmente perdí el sueño. Después, hemos tenido momentos álgidos como las discusiones salariales donde la presión gremial nos puso en un momento muy duro en los que hubo que decir ‘hasta aquí, llegan’, lograr que la gente entienda que hay un límite por más que los reclamos sean válidos. Hay recursos limitados en el municipio y hay gente que no lo entiende así. Ponerle coto a esto nos costó algunos dolores de cabeza. Esos fueron momentos muy duros, muy feos, en los que se llegan a cuestiones personales muy feas. Pero creo que después se encauzaron las relaciones y se llegó a que tengamos una muy buena relación.

¿Qué fue lo que visite como lo más lindo, aquello por lo que decís que por eso valió la pena haber sido el intendente de Colonia Caroya?
- A veces, un ciudadano común porque cree, porque sospecha, o lo que sea te increpa por teléfono y uno tiene que prestarle el oído a torpezas que no son válidas porque no tienen razonabilidad. Pero está la parte linda, que es el reconcimiento de la gente, su respeto cotidiano, el trato en la calle. En cierto modo, soy tímido y voy a muchos lugares y hablo porque tengo que hablar, pero me cuesta muchísimo. He tratado de tener las mejores relaciones públicas con las instituciones y con los medios de manera tal de tener las comunicaciones fluidas. Pero tengo que reconocer que me cuesta ese aspecto. A mí me gusta trabajar y yo al horario lo he cumplido perfectamente. Estuve tres años sin vacaciones porque había muchas cosas que hacer. Pero no dejo de reconocer que hubo gente que se acercó y saludó con todo respeto, y que ha manifestado su satisfacción por lo hecho. Felizmente, vivimos en una ciudad que tiene muchísimos aspectos.

¿Qué sentís sobre el equipo que te acompañó?
- Dividí las áreas medianamente como creía que había que tener las áreas. Sin embargo, hay que subdividirla aun más todavía. Si queremos profundizar las áreas de servicios, salud, cultura, y educación, para eso hace falta mucha más gente. Todo el Ejecutivo mío ha trabajado a full porque esto no fue obra del intendente sino de un equipo coordinando, discutiendo permanentemente, pero saliendo adelante. Felizmente, puedo rescatar a todos los colaboradores con quienes hemos discutido fuerte, duro. Hasta alguna vez puedo haber sido torpe, pero con un altísimo respeto por mi gente porque trabajaban. Cuando una persona trabaja, se le pueden perdonar los errores, y se pueden tolerar las discrepancias cuando se trabaja todos los días con fe, con entusiasmo, y con ganas. Ese respeto se han ganado todos los secretarios y todos los directores que  estuvieron al lado mío. La verdad es que significó algo muy lindo para mí.
Claudio Minoldo

Claudio Minoldo

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