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Editorial: Otro tipo de turistas

La actividad turística no es algo que hacen las personas cuando salen de vacaciones. También existe en la política y desconcierta.

Ernesto Sábato fue un ser humano intenso, contradictorio, profundo y dejó algunos escritos literarios y ensayos con un gran humanismo que le valieron para que las críticas hacia él fuesen más benévolas.
Pasó del anarquismo, al comunismo, al escepticismo, y al humanismo en diversas etapas de su vida y no vivió esos cambios como algo que lo hayan alejado de su centro: su preocupación por el futuro del mundo y por la necesidad de preparar a la juventud para una causa sin armas, una suerte de revolución pacífica con la que cambiar el curso de las cosas.
Pero Sábato no fue turista de esos momentos en los que estuvo cerca del comunismo o del anarquismo sino que los vivió con intensidad, con convicción, y hasta con doctrina. De hecho, cada cambio lo vivió como una evolución en el camino hacia la sabiduría, sabiduría que alimentó con la lectura de más de diez mil volúmenes de libros de todo tipo y género.
Pero en la política se viene dando un fenómeno que Martín Caparrós define como “Turismo de la progresía”, algo así como un movimiento de vaivén de los políticos hacia movimientos que encarnan en algún momento cierta idea de progresismo en nuestro país.
Son los que en algún momento, se alinearon con Proyecto Sur y Pino Solanas, coquetearon con Sabatella, viraron hacia la figura de Julio Cobos en algún momento, anduvieron a los abrazos con el Movimiento Libres del Sur, para terminar enrolándose en el Frente Amplio Progresista o dentro de la corriente del Partido Justicialista que adoptó el nombre de kirchnerismo.
Uno intuye en estos personajes que andan haciendo turismo por la progresía porque, en realidad, corren detrás de un anhelo personal y no de uno colectivo: permanecer dentro de la casta política con sueldo que paguen los conciudadanos o compatriotas.
¿Qué podemos esperar de ellos en términos de progresismo? Nada. Que junten 40 o 50 palabras “progres” y armen frases con ellas y las repartan a troche y moche pero sin sustento intelectual por detrás.
Son los que utilizan el término “sustentable” cada dos oraciones e invitan al ejercicio de una ciudadanía responsable, como si eso se tratase de una decisión que toma uno un día y ya: ¡hoy voy a ser ciudadano! ¿Por dónde empiezo? ¿Ya estoy listo?.
Vuelvo a Sábato. Leyó a lo largo de su vida unos 10 mil ejemplares de libros que fueron un alimento inmejorable para su intelecto. Parece un buen momento para mandar a estos turistas de la progresía a formarse, estudiar, leer, informarse, aprender, y rendir antes del temerario anhelo de pretender gobernar una comunidad.
Claudio Minoldo

Claudio Minoldo

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